[SIN SPOILERS] Monzón dirige y escribe, junto a su inseparable Guerricaechevarría, Yucatán la comedia más refrescante del verano. Reparto de lujo e historia de las que merecen la pena para dar el pistoletazo de salida a la carrera a los Goya.
Tuvo que llegar el final del verano para que la cinta que lleva siendo anunciada desde principios de año llegara a nuestras salas. Yucatán (2018) es la nueva película de Daniel Monzón y una de las razones por las que seguir sorteando al cine español es cada vez más complicado. Un crucero de ensueño en el que los números musicales y las actividades carnavalescas ocupan la mayor parte de los días del variopinto grupo que protagoniza la obra.
Monzón no estrenaba una nueva obra desde la olvidada y reivindicable El niño (2014), por lo que un nuevo proyecto con él a sus mandos era un atractivo más que justificado. El director de una de las obras más imperecederas y grandes de nuestro cine actual como es Celda 211 (2009) decidía volver a sus orígenes con la obra que nos ocupa en este artículo.
Yucatán es pura comedia. Una cinta elegante en la que los cada vez más disparatados momentos podrían haber caído en la autoparodia o en la irreverencia, pero que en ningún momento permite que decaiga el ritmo o la calidad del metraje. Es una obra muy cuidada y hecha con mucho amor y dedicación. Monzón sabía lo que hacía, y no le podía haber salido mejor.
El gran atractivo de Yucatán es el anteriormente denominado variopinto grupo de protagonistas, encabezados por un dúo de lo más interesante que repite después de su colaboración en la fallida Cien años de perdón (2016). Luis Tosar y Rodrigo de la Serna vuelven a demostrar que entre ellos convive una química extrañamente magnética que empatiza con el espectador. Ambos están fantásticos en sus jugosos papeles; eso también es gracias a la labor de escritura de Monzón y Guerricaechevarría.
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Entre los dos protagonistas emerge una primeriza actriz que ofrece (y promete) y mucho: Stephanie Cayo. La modelo, cantante y ahora actriz peruana supone una auténtica revelación con un personaje muy inteligente y profundo. Sus dotes como cantante destacan mucho en los logrados números musicales, cuya preciosa estética ameniza mucho lo que bien podrían haber sido escenas vacías sin más razón de ser que alargar innecesariamente la duración.
Al margen del indiscutible trío protagonista, un actor tan conocido como desconocido roba cada una de las escenas en las que aparece. Joan Pera es un hombre que todo el mundo reconoce, pero no por su presencia o su condición de celebridad, sino por su inconfundible voz. Pera ha sido el habitual doblador al castellano de Woody Allen desde los inicios del genio neoyorquino. Su contratación podría resultar algo disparatada, ya que el público podría estar continuamente imaginando la cara de Allen a Pera, pero todo lo contrario: Pera ofrece la actuación más especial e inolvidable de la cinta. Hace una extraordinaria labor y deja claro que a pesar de haber hecho muy poco cine (se ha prodigado más en el teatro), es un grande de la actuación.
Toda la estética de la cinta es bonita y alegre, como un viaje en crucero; en ese sentido la película roza la matrícula. Otro aspecto en el que Yucatán es formidable es en la música, tanto en el imprescindible acompañamiento musical como en los anteriormente alabados números musicales, pasando por las canciones elegidas para el soundtrack de la obra. Especial mención merece la vibrante Yucatán, canción creada específicamente para la película interpretada por Carlos Jean, Teyou, Annya y BigMama Swing Madrid.
La carrera hacia los Premios Goya 2019 no podría haber empezado mejor. Yucatán es original, refrescante, entretenida, notable y representa todo aquello que debe cuidarse en una película. Vamos, es todo lo que el hater medio del cine español reclama en nuestro cine (y existe desde hace ya diez años).
Nota: 8
Lo mejor: Su veraniega apariencia y Joan Pera.
Lo peor: Lo vacías que están algunas subtramas.