Vice (2018): El terror más allá de la sátira

Vice
[CON SPOILERS] Adam McKay se confirma como el nuevo Michael Moore con su segundo acercamiento al poder norteamericano, Vice. 

Hace tres años acudí al cine para ver una de las películas más difíciles de entender que he visto en mi vida: The Big Short (2015). Aquella magistral clase de economía en forma de película me sacudió durante 2 horas y 10 minutos. El baile de números, teorías, teoremas y enigmas matemáticos me llevó hasta el punto de plantearme si era yo el que no entendía nada o es que la economía es incomprensible. Me decanté por la segunda.

Tres años después de esa proyección, Adam Mckay, director de aquella infravalorada sátira de la economía, vuelve a dirigir una película, en esta ocasión sobre Dick Cheney, el vicepresidente de los EEUU durante el convulso mandato de George W. Bush.

Bale en Vice

Vice (2018) es todo lo que un biopic debe ser: dinámico, entretenido, interesante y (a poder ser) memorable. La historia de Cheney no deja de ser la de un hombre que busca el poder a toda costa, y esa es una historia que hemos visto mil veces, pero, tal y como se suele decir, las historias siempre son las mismas, lo que cambian son los formas.

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El montaje de Vice es muy similar al de The Big Short. La constante sensación de consciencia propia que muestra la obra la dota de ironía y sátira, género predilecto de McKay. Para la historia queda ese amago de créditos que la película nos cuela a los 45 minutos de haber empezado. También vuelven a aparecen escenas aleatorias que son utilizadas para explicarte algo de la historia (alguna teoría o concepto) a través de metáforas. Este humor tan ácido es un sello de autor absolutamente personal que McKay está consiguiendo pulir a cada película que rueda.

Bale en Vice 2

Aunque si hay algo que es verdaderamente memorable en Vice, eso es Christian Bale. El camaleónico actor galés es el intérprete con más asiduidad a cambiar completamente su físico para realizar algún papel. El Maquinista (2004), American Hustle (2013) o The Dark Knight Trilogy (2005-12) son algunos de los ejemplos más esclarecedores de su indiscutible implicación a la hora de participar en un proyecto.

Bale ganará el Oscar con bastante seguridad (Rami Malek asoma la cabeza) por un papel terrorífico, lleno de matices y que dice más con su presencia que con sus palabras. Su cambio físico tiene mérito, pero su gesticulación y muecas faciales son dignas de pasar a la posteridad. Los mejores actores son los que se preparan para un papel como si fuera el último de su vida. Bale es uno de los que mejor representa esta idea.

El reparto va un paso por detrás de la masterclass de Bale, pero complementan perfectamente a la estrella de la función. Amy Adams nos sigue demostrando que los Oscars son injustos; Steve Carrell que atrás quedaron los días de su inolvidable Michael Scott; y Sam Rockwell que con tres escenas ya se queda en la retina del espectador.

Rockwell y Bale en Vice

La nueva obra de McKay es un tipo de cine bastante particular, puesto que puede llegar a contar con tantos entusiastas como detractores. Es un estilo que no te deja relajarte en ningún momento y en el que no hay más de cinco segundos consecutivos de silencio. A mí, personalmente, me encanta este estilo, pero lo habitual es que el gran público lo rechace. No vivimos en un mundo en el que se premie el riesgo, por desgracia.

Vice es una de las favoritas de la carrera de premios, aunque difícil parece que rasque algo aparte de Mejor Actor y Mejor Guión. Es un año flojo, y si encima no premian a las mejores películas… Que la ineptitud de los académicos no empañen a la que es una de las películas más divertidas, originales y estimulantes del año.

Nota: 8

Lo Mejor: Christian Bale y el estilo de Adam McKay.

Lo Peor: Lo difícil que es llegar a conectar con ella.

 

Ferran Alcocer Gómez

Ferran Alcocer Gómez

Cinéfilo incondicional. Nolanista, Zimmerista y purista. 8 años llenos de pasión, amor y respeto hacia el cine. Sé distinguir entre cine y streaming.