Unos ojos azules no hacen un actor

Ojos azules

Unos ojos azules no hacen un actor. Copiar la estética de una película de éxito tampoco hace buena a una ficción. Ese seria el resumen que se puede hacer hasta el momento de la serie de Atresmedia, Mar de Plástico. Porque en lo de plástico, sinceramente, no se han equivocado. Una serie que parece comprada en los chinos, que chirría a topicazos y que muestra un entorno irreal en un lugar al que le podrían haber dado más provecho.

La serie va sobre el asesinato de una chica en un invernadero de un pueblo ficticio almeriense (quién haya visto la serie quizás se pregunte cuantos litros puede haber en una cabeza humana). La serie se centra en la investigación de la guardia civil con Rodolfo Sancho, en el papel de Hector, a la cabeza (ese actor que lo mismo hace de monarca como puede hacerte de presentador de telediario). Durante la investigación aparece El Niño (el »actor» Jesús Castro, nominado al premio Tom Welling a la expresividad) que es un neo nazi que se enamora de una inmigrante negra (si pongo de color no sabréis si es china, rumana o escocesa). También se ve lo mal que tratan los almerienses a los pobrecitos inmigrantes, los caciquillos que dominan los invernaderos y, como no, el tonto del pueblo que seguro que sabe más de lo que dice.

Al reparto se suman el antiguo amor del detective, la guardia civil gitana (este tema hubiera sido interesante si lo hubieran llevado guionistas más expertos), inmigrantes que ni pinchan ni cortan, pandillitas de niños chungos y almerienses que hablan como sevillanos y gaditanos (supongo que para los productores los acentos sevillano y gaditano venden más). Sinceramente si fuera almeriense estaría bastante mosqueado, porque ni por asomo muestran nada real de la zona.

En resumidas cuentas, la trama es horrible. El detective monta el dispositivo y sabe perfectamente datos sin que el espectador sepa ni como ni porque. Los chavalitos chungos son así porque sí, los caciquillos son malos malisimos y en todas las escenas ponen la misma cara de sobraos. En cuanto a los inmigrantes pues parece que todo el tiempo están buscando algo en el suelo, porque apenas levantan la mirada. Guión sin pies ni cabeza, escenas de acción mal montadas que no vienen a cuento y que te preguntas cuando ha sucedido. Y para tener más audiencia encima te la ponen en todos sus canales, viva la democracia.

Después de ver un capítulo soporífero en lo que lo único bueno es la fotografía (copiada de La Isla Mínima), decir que la ficción española sigue sin arriesgarse. No hay documentación sobre lo que se va a rodar, no hay una historia arriesgada, no hay un buen trabajo de casting y esta muy posicionada en contentar a todo el mundo. Tenía buena pinta en la promoción, pero se queda de nuevo en el camino.

El tema de casting es para mear y no echar ni gota. A quién se le ocurre coger a ciertos actores que son incapaces de actuar a que imiten el acento andaluz. Lo que no saben esos directores es que el almeriense no dice ni »mi arma» ni »quillo». En vez de coger actores de la zona, incluso el murciano puede valor, cogen a actores de más arriba de despeñaperros a hacer imitaciones de acentos. Y no podía faltar el gaditano de moda para llamar la atención de las niñas del instituto.

Al igual que Jesús Castro sigue demostrando que solo son dos ojos azules. La ficción española vuelve a demostrar que solo es fachada.