A pesar de estar viviendo una época dorada, Hollywood anda falto de algo que desde años no aparece por la capital mundial del cine: Estrellas.
Desde principios de siglo, pocas estrellas se han consolidado en la industria cinematográfica más grande del mundo. Algunos de los afortunados han sido actores tan respetados como exitosos, como es el caso de George Clooney, Leonardo DiCaprio o Brad Pitt; aunque hay que decir que estos, concretamente, empezaron a hacerse famosos en los 90s, así que tampoco deberían ser considerados como estrellas del nuevo siglo.
Respecto a las actrices, sí que hay un caso de estrella que haya aparecido en este siglo: Jennifer Lawrence. La actriz ganadora del Oscar por El lado bueno de las cosas (2013) tenía todo para convertirse en la estrella que ya es: alento, simpatía con el público, carisma y solvencia en cualquier género. Buena prueba de su lograda fama es su reconocimiento mundial sin igual, tanto por parte del público como por la crítica especializada. Otras actrices como Natalie Portman o Emma Stone van camino a convertirse en estrellas, pero lo que ha logrado Lawrence en los últimos años no tiene parangón.
En torno a intérpretes masculinos, prácticamente no hay ningún actor que haya logrado el estatus de estrella en este siglo. Lo más parecido a estrellas han sido Hugh Jackman y Ryan Gosling, quienes, progresivamente, se están convirtiendo en actores tan respetados como reconocidos. Otra posible futura estrella sería Michael Fassbender, pero sus recientes fracasos en taquilla y crítica han frenado en seco su ascenso hacía el estrellato.
En un panorama como este, tal vez deberíamos preguntarnos si la escasa aparición de estrellas ha sido algo provocado por la misma industria Hollywoodiense, la cual puede considerar que la abundancia de estrellas puede perjudicar a la misma industria. Sea como fuere, la realidad es que, hoy en día, muy pocos actores de renombre consiguen hacerse un hueco en el Star system cinematográfico. A pesar de tenerlo todo en contra, un actor británico con una voz tan peculiar como magnética va camino de convertirse en la próxima gran apuesta para el estrellato de la meca del cine.
Edward Thomas «Tom» Hardy (Londres, 1977) es uno de los actores más interesantes y potentes del mundo. Desde su actuación en la fallida Bronson (2007), Tom Hardy ha ido escalando con suma agilidad hasta convertirse en un actor de lo más prolífico. Comencemos desde el principio.
Band of Brothers (2001) es conocida por ser la cantera de actores más reconocida del siglo XXI. La excelente miniserie del gran Steven Spielberg reunió a actores tan desconocidos en su momento como exitosos hoy en día. Michael Fassbender, Damian Lewis, Ron Livingston o Simon Pegg son algunos de los actores que dieron su primeros pasos en el mundo del entretenimiento a través de esta galardonada miniserie. Entre todos los reputados nombres que hicieron acto de presencia en Band of Brothers, Tom Hardy ha sido uno de los que más fama ha cosechado.
Después de su pequeño papel en la miniserie de Spielberg, Hardy contó con dos papeles que le reportaron la posibilidad de consolidarse en la industria: Black Hawk derribado (2001) y Star Trek: Nemesis (2002). En la película de Ridley Scott aparece de forma testimonial, mientras que en la décima película de la famosa saga Star Trek (1966-Actualidad) interpreta al villano de la función; por este papel, Hardy fue considerado lo más salvable de la fallida película.
Después de estos papeles, Hardy pasó seis años tan improductivos como intrascendentes. Alternando pequeños papeles con apariciones esporádicas en series de televisión, Hardy vio cómo cambiaba su suerte cuando el conocido director Guy Ritchie le dió un papel secundario en la reivindicable Rocknrolla (2008). Su actuación en esta eléctrica película volvió a colocarle en el punto de mira de los espectadores, quienes quedarían estupefactos ante su próximo papel.
Nicolas Winding Refn, conocida director de obras de culto como Drive (2001) o Sólo Dios perdona (2012), brindó a Hardy la oportunidad de demostrar todo su talento con la olvidable Bronson. Esta pequeña película nos permitió ver una transformación física y mental absolutamente demoledora de un Hardy que llamó la atención de toda Hollywood con un papel tan arriesgado. A raíz de este papel, Hardy entró de forma definitiva en Hollywood.
Los próximos años de Hardy iban a estar marcados por papeles tan diferentes entre sí como interesantes. Su buen ojo para escoger proyectos le han llevado a escoger películas de la talla de El topo (2011), Sin ley (2012), La entrega (2014) o Warrior (2011). Cierto es que también ha protagonizado películas olvidables, tales como Esto es la guerra (2012) o El niño 44 (2015), pero, a pesar de no contar con el beneplácito de la crítica, son películas bastante dignas dentro de sus posibilidades.
Su especial sintonía con el director Christopher Nolan, quien ha contado con Hardy en tres de sus últimas películas, es digna de mención. Todo empezó con su secundario papel en Origen (2010), donde interpreta a Eames, uno de los miembros del equipo de Cobb; esta primera colaboración llegó en el momento donde Hardy estaba a punto de despegar definitivamente. Su segunda colaboración fue en el, probablemente, mejor papel de Hardy: Bane en El caballero oscuro: La leyenda renace (2012). La terrorífica presencia de Bane fue lograda gracias a una interpretación tan dedicada como memorable. Su, por ahora, última colaboración llegó a través de la colosal Dunkirk (2017). Esperemos que esta alianza dure mucho años.
Sin embargo, no fueron las colaboraciones con Nolan ni sus importantes papeles en grandes películas lo que hicieron de Tom Hardy un gran actor reconocido mundialmente: fue el año 2015.
En 2015, Hardy hizo hasta cuatro películas. La anteriormente nombrada El niño 44, Legend (2015), El renacido (2015) y Mad Max: Furia en la carretera (2015). En un año, Hardy hizo lo que muchos actores son incapaces de hacer en toda una carrera: protagonizar un blockbuster exitoso (Mad Max: Furia en la carretera), ser la indiscutible piedra angular de una película (Legend), protagonizar un film con aroma clásico (El niño 44) y ser lo mejor de una película ganadora de varios Oscars (El renacido). Con el 2015, se confirmó que Tom Hardy vino para quedarse.
Tom Hardy tiene 40 años y ha participado en más de 40 proyectos, pero, entre todos sus papeles, hay cinco que destacan sobre el resto: Bane en El caballero oscuro: La leyenda renace, Ivan Locke en Locke (2013), Max Rockatansky en Mad Max: Furia en la Carretera, Tommy Riordan en Warrior y John Fitzgerald en El renacido (2015). De estos cinco papeles, el único por el que ha sido nominado al Oscar es por su magnífica actuación en El renacido. Actuar con DiCaprio no debe ser fácil, y ser lo mejor de una película suya, menos.
Tan prolífico como interesante, Tom Hardy estrenará dos películas en los próximos meses: La esperada Venom (2018) y un biopic sobre Al Capone: Fonzo (sin fecha de estreno). Por lo que se puede apreciar, no parece que vaya a dejar su variado registro de lado.
La pregunta es irremediable a estas alturas: ¿Qué tiene Tom Hardy que lo haga diferente del resto? Algunos dirán su variado registro, otros su imponente presencia, otros su evidente y carismático talento, pero si hay algo que hace absolutamente único a Tom Hardy, ese algo que se percibe por los oídos: su voz.
La voz siempre ha sido un rasgo indispensable para un gran actor, y eso es algo que Hardy borda. El respeto y atención que impone cada vez que habla es algo que hace de Tom Hardy alguien sumamente especial. De entre todas sus actuaciones, probablemente destaque la voz con la que dota a Bane de una presencia tan terrorífica como inolvidable.
Para acabar este breve recorrido por la carrera de Tom Hardy, merece la pena comentar un aspecto que engrandece su figura.
John Hurt es uno de los mejores actores británicos de toda la historia. En Alien: El octavo pasajero (1979), 1984 (1984) o El hombre elefante (1980) aparecen algunas de sus actuaciones más recordadas, lo que ha causado que muchos de los actores británicos posteriores a Hurt hayan encontrado en él un modelo a seguir. En concreto, el polifacético Gary Oldman fue su alumno más aventajado.
Gary Oldman tomó a John Hurt como una referencia, factor que ha recordado siempre que ha podido, manifestando el profundo respeto que siente hacia el inolvidable protagonista de la adaptación de la distopía de George Orwell. Lo que, probablemente, Oldman desconocía es que, al cabo de unos años, él se convertiría en el «John Hurt» de otro joven actor británico.
Tom Hardy tomó a Gary Oldman como un maestro en cada una de las películas en las que han coincido (Sin ley, El niño 44, El caballero oscuro: La leyenda renace y El topo). La admiración que siente Hardy hacia Oldman es parecida a la que siente el reciente ganador de un Oscar por El instante más oscuro (2017) por John Hurt.
Tres generaciones de intérpretes británicos tan carismáticos como respetados. Hurt fue uno de los grandes. Oldman lo es. Hardy lo será.