[CON SPOILERS] El polifacético director de culto Jim Jarmush se sumerge en el cine zombie con una película que amas o detestas profundamente.
Hay un tipo de cine que crea tanta división como los directores que se dedican a él: el cine exclusivamente autocomplaciente. Obviamente que todo director debe hacer cine para su propio ego, pero cuando esto se lleva al extremo, aparecen películas como la que ocupa este artículo.
Jim Jarmush es uno de los directores que convierten la monotoneidad de los personajes en su seña de identidad. Jarmush aparece en aquel momento de la vida de sus personajes en el que todo está parado y nada parece tener trascendencia. Esta pausa para retratar la crisis existencial puede llegar a resultar tediosa, pero es necesaria. Eso sí, cuando se hace sin gracia, tedio extremo y prepotencia es insoportable.
The Dead Don’t Die tiene una premisa sumamente interesante. Un reparto de lujo encabezado por Bill Murray y Adam Driver, la firma de Jarmush y el cine de zombies, tan defenestrado como interesante, de trasfondo. Lastimosamente, nos encontramos ante un ejercicio de cine cargante y vacío que solo sirve para ver lo bien que se lo han pasado los actores al hacer esta película.
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Es irremediable recordar la insufrible Incidencias (2015), de José Corbacho y Juan Cruz, al ver The Dead Don’t Die. Ambas están hechas para que los que las han hecho se lo pasen mejor que los espectadores. Ese disparatado egocentrismo hace que se polarice el público ante este tipo de películas: o las amas o las odias.
Es especialmente frustrante ver cómo un director tan reputado como Jarmush es incapaz de confeccionar una película que tenga un mínimo sentido entre las escenas que la componen. The Dead Don’t Die es una sucesión de ideas más o menos aceptables que se vuelve cargante a los 20 minutos de película.
Hay referencias al cine de clásico de terror, a los anteriores trabajos de los miembros del reparto y se rompe varias veces la cuarta pared, pero apenas logra sorprender o traer algo nuevo. De nada sirve su interesante premisa o la inevitable comparación con Shaun of the Dead (2004), de Edgar Wright, o Zombieland (2009), de Ruben Fleischer. The Dead Don’t Die no es algo que vayamos a recordar dentro de una semana.