[CON SPOILERS] Del director de It Follows (2014), David Robert Mitchell, Under The Silver Lake (2018) despertará tanto odio como pasión. Complicado ser más polarizable.
El cine neo-noir nos ha traído obras tan magistrales como The Usual Suspects (1995), Drive (2011) o Nightcrawler (2014), entre muchas otras. Este tipo tan particular de cine se nutre de historias oscuras en las que la línea entre el bien y el mal se distorsiona continuamente. El protagonista de estas cintas suele ser un personaje solitario y/o atormentado que debe hacer frente a una situación cada vez más oscura. Para muchos, el exponente más claro de este tipo de cine es una de las más grandes obras maestras de David Lynch: Blue Velvet (1986).
Under the Silver Lake es, al fin y al cabo, una revisita a este tipo de cine, con la diferencia de que se sustituye el ambiente sombrío de las películas anteriormente mencionadas en aras de una ambientación más agradable y menos agobiante. La cinta del director de It Follows ha entusiasmado a gran parte del público, mientras que hay otro amplio sector que reniega de la que, dicen, es una historia totalmente aburrida y muy poco original. Lo preocupante de todo esto es que yo la fui a ver ayer y aún no sé en qué punto estoy.
Ha llegado a ser bautizada como «La Blue Velvet de nuestra generación», pero no le veo ni pies ni cabeza a esta afirmación: Under the Silver Lake no puede ser más parecida a la grandiosa The Big Lebowski (1998), de los Hermanos Coen. Su personaje protagonista (un fracasado que roza la pobreza), su rocambolesca historia, la fuerte presencia de la cultura popular o la implicación de personajes totalmente surrealistas son señas de identidad profundamente similares a la gran obra maestra de los Coen.
Eso sí, a pesar de ser una descendiente directa de The Big Lebowski, Under the Silver Lake es una obra muy inferior a la de los Coen. Yo no soy capaz de ver la magistralidad que tanta gente se empeña en reconocer. Me parece que es una obra que empieza inmejorablemente pero que pierde el rumbo hacia la mitad de la cinta y ya no sabe cómo volver. Otro referente que se le podría poner es Inherent Vice (2015), aunque salvando las distancias, ya que hablamos de una obra de Paul Thomas Anderson; palabras mayores.
Venom (2018): Gamberro entretenimiento
Andrew Garfield es el «Dude» de nuestra generación con un papel muy jugoso para cualquier actor, y Garfield es consciente de ello y lo exprime al máximo. Su actuación es una de las mejores bazas de la película, aunque se ha sido injusto con él en el sentido de que recae sobre sus hombros todo el peso de la trama, ya que Mitchell ha sido incapaz de crear un personaje secundario a la altura de su protagonista. Es muy complicado aguantar una película de 2 horas y 20 minutos sin variedad de personajes.
Under the Silver Lake sufre un bache del que no se puede recuperar durante el segundo acto; desde ese punto hasta el final, el espectador acabará exhausto intentando entender qué demonios está sucediendo. Demasiado incoherente para ser redonda. Acaba siendo un collage de escenas inconexas (en un primer visionado, al menos) que desespera. Mitchell quería hacer una obra excesivamente única, pero acaba perdiendo el rumbo y se estrella dentro de su propia creación.
Aunque tenga todos los elementos necesarios para ser un despropósito, lo extraño de Under the Silver Lake es que es tan diferente a todo lo que hayamos visto últimamente que se hace complicado odiarla. Es enigmática, muy bella visualmente hablando y es, en cierto modo, una carta de amor al cine de los años 50. Lo dicho: Un collage de demasiadas películas, estilos de cine y géneros.
Nota: 7
Lo Mejor: su cinefilia y el diseño de producción que evoca al cine de los 50.
Lo Peor: su peligrosa incoherencia narrativa.