El legendario director de cine Martin Scorsese ha atacado sin miramientos al cine de superhéroes en plena promoción de su nueva obra: The Irishman, el nuevo intento de Netflix para que los académicos se vendan a las streamingfilms.
Con el paso de los años, la brecha entre el cine de superhéroes y el cine de autor pretende ser pintada como inmensa e irremediable, pero nada más lejos de la realidad. Si en algo se ha caracterizado el cine de autor a lo largo de la historia es en saber adaptarse a cualquier género, independientemente del público que este tenga. Hemos visto excelente cine de autor en el drama, la comedia, el terror, la ciencia ficción, el suspense… y en el cine de superhéroes, también.
Un autor lo es bajo cualquier circunstancia. No necesita una zona de confort que le mantenga la imaginación entre barrotes de acero. Genios como Stanley Kubrick han sabido dejar su huella en todos los géneros posibles. Cuando uno ve Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (sátira política), Full Metal Jacket (bélico), Spartacus (épico) o 2001: A Space Odyssey (ciencia ficción), ve a Kubrick. El director de The Shining no se ciñó a un solo género, sino que procuró expandir todo su talento e imaginación por todos los géneros posibles.
Ahora bien, siempre ha habido un amplio sector del público que rechaza según qué géneros. En concreto, el terror, la comedia y la acción/aventuras siempre han quedado relegados como si fuese cine de segunda categoría. El elitismo que desprenden los espectadores (y, en ocasiones, los cineastas) no hace más que crear división, mostrar orgullosamente una ignorancia desmedida y faltar el respeto a un tipo de cine tan válido como cualquier otro.

Si estuviésemos a principios de siglo, hablaría de la comedia o el terror, pero como estamos en 2019, toca hablar del cine de superhéroes.
El éxito y la repercusión que tiene el cine de superhéroes es inigualable a día de hoy. Marvel estrena tres películas al año y todas son un éxito tremendo en taquilla. Avengers: Endgame se ha convertido este año en la película más taquillera de la historia. DC, a pesar de ser un muerto andante, triunfa con cada película que estrena. Pero si nos paramos a pensarlo detenidamente, no se estrenan ni diez películas de superhéroes al año; y estamos hablando de un industria que produce medio millar de películas al año. Cierto es que la publicidad que tiene una película de Marvel, por ejemplo, es infinitamente más potente que la que puede permitirse una cinta de Wes Anderson. Pero esto es otro tema, tiene que ver con la economía o la industria en sí. Aquí, el cine no entra.
Cada uno tiene su opinión y, si se argumenta correctamente, es igual de respetable, por lo que yo voy a exponer la mía: Todo largometraje estrenado en una sala de cine, con todo lo que ello conlleva, puede considerarse «película». Si alguien no está de acuerdo con esto y sabe argumentarlo, perfecto. Lo ideal es que cada uno tenga sus ideas propias y sepa defenderlas.

La razón de ser de este artículo son unas declaraciones de Martin Scorsese, legendario director de cine, en las que ataca agresivamente al cine de superhéroes y todo lo que ello conlleva. Estas son sus declaraciones:
“Espero que los cines continúen apoyando a las películas narrativas. Pero ahora mismo los cines parecen estar principalmente apoyando los parques temáticos, los parques de atracciones, esas películas de cómics. Están tomando control de los cines. Creo que la gente puede tener esas películas [de cómics], está bien. Solo que no deberían convertirse en lo que los jóvenes creen que es cine. No debería pasar”.
Declaraciones de Martin Scorsese durante la promoción de su nueva streamingfilm, The Irishman.
Como ya he dicho antes, su opinión puede ser tan válida como cualquier otra. Cierto es que es complicado matizar una idea tan «radical» en una breve intervención en rueda de prensa, por lo que tampoco vamos a valorar su capacidad argumentativa a partir de estas declaraciones.
Inmediatamente después, Francis Ford Coppola, otro celebérrimo director de cine que ha dejado su huella en la historia, defendió a Scorsese de las críticas que estaba recibiendo por sus declaraciones. Además, las respaldó y las extremó (más si cabe).
«Cuando Martin Scorsese dice que las películas de Marvel no son cine, está en lo correcto porque esperamos aprender algo del cine, esperamos enriquecernos, algo de iluminación, algo de conocimiento, algo de inspiración… No sé si alguien obtiene algo de ver la misma película una y otra vez. Martin fue amable cuando dijo que no es cine. No dijo que fuese despreciable, lo cual yo digo que es.»
Declaraciones de Francis Ford Coppola respaldando a Scorsese.
En este caso, el elitismo del que hablaba antes queda más claro. Esta mentalidad clasista de clasificar como «cine o no cine» una obra según su género demuestra una visión exageradamente conservadora y simplista de la vida. Además, es irresponsable (aunque deteste esta palabra) condenar a un género de cine entero, con todos los cineastas compañeros que trabajan en él. También digo que estos dos genios (porque no dejan de serlo, obviamente), pueden decir lo que les venga en gana. Es irresponsable, sí, pero la responsabilidad está sobrevalorada.

Pero, ¿por qué este artículo se llama «Scorsese, hablemos de cine» y no «Scorsese y Coppola, hablemos de cine»? Pues porque Coppola no es incoherente con sus declaraciones.
Martin Scorsese estrena en menos de un mes su nuevo proyecto: The Irishman. A diferencia de sus anteriores obras, esta no se estrena en cines y podrá verse en televisores, tablets y móviles. El paripé que ha creado Netflix para que su nueva streamingfilm llegue a los Oscars tiene muchos compradores, pero yo me niego a tragarme una táctica tan burda y perjudicial para el cine. Ya lo hicieron el año pasado con Roma, y, afortunadamente, Green Book evitó la que hubiese sido la noche más negra de la historia de Hollywood.
La táctica es simple: proyectar la streamingfilm en contados cines para que los académicos más (ignorantemente) progresistas puedan votarla en la temporada de premios. De nada me sirve que este largometraje sea proyectado en cinco cines de una ciudad que tiene más de cuarenta; ni siquiera será capaz de llegar a un 20% de los cines de este país. Una película no es esto. Esto es otra cosa.

Por eso me indignan las palabras de Scorsese. ¿Cómo vas a decir que las películas de superhéroes no son cine y luego vas a estrenar una streamingfilm? La incoherencia que ha mostrado este señor con sus declaraciones solo es comparable al daño que va a provocar el estreno de The Irishman.
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Esa imperiosa necesidad de imprimir el logo de la productora en todos los espacios vacíos de los posters. Esa evidente ansiedad por ganar un Oscar y así sentirse ganadores de esta guerra fría. Esas campañas de marketing para lograr una trascendencia que sus streamingfilms no han logrado. Netflix no es más que una compañía creada para aprovecharse del patente descenso de popularidad de los cines. Por mucho que insistan en acabar con las salas de cine, hay autores que siempre darán prioridad a la grandeza de la sala oscura. Esperemos que el Nuevo Cine, con todo su poder y fuerza, avance al rescate y a la liberación del Viejo.