[SIN SPOILERS] Shane Black escribe y dirige su peculiar Predator (2018) con salvajismo y talento. Reparto solvente y violencia pura y dura para confeccionar una de las películas más esperadas de 2018.
La saga Predator (1987-Actualidad) nació a finales de los años 80 y desde su estreno ya se podía intuir el gran impacto que tendría en la cultura popular. El implacable alienígena no llegó a alcanzar el grado de popularidad y excelencia cinematográfica de la saga Alien (1979-Actualidad), pero se convirtió en un personaje clave del cine de los 80.
La primera entrega contó con el protagonismo del archiconocido Arnold Schwarzenegger y originó la elaboración de una secuela, Predator 2 (1990). Posteriormente se realizaron dos cintas tan particulares como inolvidables: Alien Vs. Predator (2004) y Aliens Vs. Predator 2 (2007). Estos dos crossovers supusieron un verdadero impacto para los fans del cine fantástico, ya que juntaba a dos de los personajes más reconocibles del género: Alien y Predator.
En 2010 la saga vivió algo parecido a un renacimiento (algo accidentado, eso sí). Predators (2010) se situaba en un tiempo posterior a la segunda entrega, pero no logró atraer la atención del público y quedó algo relegada.
Ocho años después de la olvidada Predators, se estrena Predator (2018), situada entre la segunda parte y la tercera. Cuando se anunció el proyecto, miles de espectadores se frotaban las manos con la ilusionante producción que estaba preparando Fox. Shane Black fue el elegido para dirigir y escribir (junto a Fred Dekker) la obra, cuyo reparto incluía nombres tan interesantes como Boyd Holbrook, Olivia Munn o Sterling K. Brown.
La producción resultó ser algo más accidentada de lo previsto y las alarmas empezaron a sonar, pero el hype apenas ha decaído gracias a una campaña publicitaria muy potente. Predator llegó a nuestras carteleras el pasado viernes y no ha cosechado grandes críticas, cuyo contenido ataca la incoherencia de la historia, la exagerada violencia y lo sexista que es (sin palabras).
Tal vez no sea la película redonda que podíamos imaginar siendo Black el director y la magnífica The Nice Guys (2016) su última película, pero Predator es un espectáculo políticamente incorrecto que es más necesario de lo que pensamos. Su ultraviolenta propuesta casa perfectamente con el toque de Black, quien convierte a la película en una auténtica cinta de autor.
Desde los primeros instantes de la película vemos lo que va a ser una constante durante 1 hora y 45 minutos: gore desmedido y locura en cada escena. Su peculiar (y original) grupo protagonista es la viva representación de la obra: inadaptados dementes en un mundo mucho más inestable que ellos. Predator es una rara avis en una industria en la que cada vez se castiga más las propuestas arriesgadas y políticamente incorrectas.
El reparto es sorprendentemente solvente y demuestra mucha química con pocas escenas. Destaca su buen protagonista, Boyd Holbrook y el renegado Thomas Jane, quien, incomprensiblemente, ha desaparecido de las grandes producciones de Hollywood. Los personajes son sumamente originales y no te recuerdan a ninguna otra película (raro en el cine actual).
Mad Max: Fury Road (2015): Bendita locura
Choca la comedia (rasgo característico de Black) en una cinta de esta índole, pero en este caso casa muy bien con el tono de la obra y aporta mucho dinamismo al metraje. Eso sí, si alguien se quiere sentir ofendido por el humor de la obra, tiene todo el derecho a demostrar tan poco respeto por el cine y perder el tiempo con tonterías. Si entras en el juego de Predator, te lo vas a pasar muy bien.
Su calificación «R» juega muy a favor del producto final, ya que una cinta de estas características no se hubiese entendido sin la grandilocuente dosis de sangre y gore que ha introducido Black. De lo mejor que le ha pasado a Hollywood en estos años ha llegado gracias al poco apuro de grandes cineastas que no han contado con restricción edad para crear sus obras. Deadpool (2016) o Logan (2017) son grandes ejemplos de ello.
Los precedentes de películas clasificadas «R» deberían invitar a las grandes productoras a arriesgarse más. Predator es lo que debería haber sido la triste Suicide Squad (2016). Predator es lo que debería ser Venom (2018). Predator es lo que debería ser Hollywood: puro cine y rebeldía.
Nota: 8
Lo mejor: Su salvajismo e incorrección política.
Lo peor: Que por su anárquica personalidad sea complicado que tenga secuela.