Parásitos: El misterio que reside en el subsuelo

Parásitos

La gran vencedora del pasado Festival de Cannes me abre los ojos ante el cine asiático. Parásitos es, por encima de todo (y tiene mucho), puro cine.

El cine asiático nunca ha sido de mi agrado. Tampoco he mostrado una gran predisposición a sumergirme en un cine que, aseguran los expertos, «acostumbra a ser mejor que el americano». No sé hasta qué punto es cierta esta idea. Lo que sí sé es que lo que viví ayer en el cine merece, por lo menos, hacer que me replantee algunas cosas.

Parásitos fue la gran vencedora del pasado Festival de Cannes al alzarse con la prestigiosa Palme d’Or. El tirón que logra una obra cinematográfica al lograr semejante galardón invita a que los menos asiduos al cine que se encuentra en el subsuelo decidan entregarse a las dos horas y diez que propone la película. Antes de nada, debo matizar el concepto «subsuelo»: soy consciente de la fama que tienen ciertos productos asiáticos, pero alzo la mirada y no los encuentro. Al menos en mi mundo, estas películas están en un subsuelo que debo descubrir. Gracias a la notoriedad que ha logrado Parásitos en las últimas semanas, ayer me dispuse a verla en pantalla grande.

Parásitos (título temático más que oportuno) cuenta la historia de una familia pobre que ve una oportunidad de oro y no la deja escapar. La premisa es standard e incluso puede causar el rechazo del público más «selecto», pero lo bueno (notable) se esconde en el interior. Pasan los minutos y queda claro que la película en algún momento va a pegar un cambio. Hasta ese momento, vemos un despliegue técnico impecable que maravilla los ojos del espectador y una construcción del escenario y el reparto que traspasa la pantalla del cine. En apenas diez minutos, todo es reconocible y atractivo.

Parásitos son dos películas. Una por encima del suelo y otra por debajo. Cielo e infierno. Ambas casan tan bien que la inverosimilitud no aparece en ningún momento y con el paso de los minutos te va envolviendo más y más. Paralelamente, percibimos un humor negro brutal que casa perfectamente con el tono, tanto visual como narrativo, de la película.

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Ha pasado ya un día desde que se encendieron las luces del cine y sigo incubando el resultado final. Parásitos es la demostración del gran abanico de posibilidades que ofrece el cine para contar una historia. Vemos temas, historias, personajes, imágenes, elementos, conversaciones… que en manos de cualquier inepto podrían haber acabado resultando en un desastre argumental. Parásitos es todo lo contrario. Es el subsuelo golpeando su duro techo para colocarse delante de mis ojos.

Ferran Alcocer Gómez

Ferran Alcocer Gómez

Cinéfilo incondicional. Nolanista, Zimmerista y purista. 8 años llenos de pasión, amor y respeto hacia el cine. Sé distinguir entre cine y streaming.