[CON SPOILERS] Quentin Tarantino se monta su particular parque temático en Once Upon a Time in Hollywood, la película con la que sueña cada noche.
La grandeza de Tarantino está fuera de toda duda. El creador de obras tan míticas como Pulp Fiction, Kill Bill o Inglourious Basterds se ha ganado un trono en Hollywood gracias a su estilo único e infalibilidad, además de contar con una legión inmensa de fans que acude en masa a cada estreno. Hace unos años, anunció que se retiraría después de su décima película. Naturalmente, su fandom cayó en una profunda depresión, pero se consolaron sabiendo que aún quedaban dos balas en el cargador.
Estamos en 2019 y acaba de salir su novena obra. Once Upon a Time in Hollywood puede ser la película más tarantiniana de Tarantino, y eso no es necesariamente bueno. El continuo carrusel de homenajes al séptimo arte y los 60s que inundan la pantalla durante las 2 horas y 40 minutos de metraje es puro Tarantino. Pero hasta una sobredosis de su cine puede ser contraproducente. Si en The Hateful Eight se homenajeaba con sutileza y sin perder el hilo argumental de la propia película, en Once Upon a Time in Hollywood todo es excesivo, constante y cargante.
Mientras van pasando los minutos, el espectador se preguntará a dónde va a llegar a parar todo esto, pero se encontrará con que cada escena precede a otra escena igual de larga e intrascendente para una historia que nace sin ser concebida. Se mezclan escenas largas y que parecen no acabar nunca con puro cine, pero, lastimosamente, ganan las escenas cargantes.
Es irremediable indignarse con aquella escena en la que DiCaprio muestra un despliegue actoral brutal de diez minutos para que todo acabe siendo un homenaje en vez de una escena que aporte algo a la trama. Lo peor es que esta es solo una de las muchas escenas que viven por y para el homenaje. La frustración va creciendo por minutos y cuando llevas dos horas sabes que has esperado tres años para ver un sueño de Tarantino hecho para Tarantino. En esta película, más que nunca, somos espectadores.
Aunque no voy a ser del todo injusto con Tarantino. Hay una escena magistral que pasa a ser de lo mejor que ha hecho el director. Aparece un ridiculizado Bruce Lee, Brad Pitt en modo Vince Vaughn en Brawl in Cell Block 99 y Kurt Russell con Zoë Bell haciendo de pareja. Esta escena, junto al espectacular final (que me evoca, otra vez, a la obra maestra de S. Craig Zahler), es un espejismo en el conjunto general de la obra. Si la obra hubiera sido así durante todo el rato, estaríamos hablando de una de las mejores películas de Tarantino.
En Once Upon a Time in Hollywood no sabes qué sentir. Puedes llegar a sentir emoción, cansancio, odio, éxtasis, frustración… El público en general la ha recibido con los brazos abiertos. Yo solo puedo sentir decepción. La novena bala de Tarantino, uno de los autores más excepcionales de los últimos 30 años, se ha perdido entre la alienación del autor, homenajes a todo y sueños recurrentes.