La muerte de Stalin (2017): ácido en la URSS

La muerte de Stalin
Las sátiras parecen estar viviendo una época dorada en Hollywood, y uno de los nombres más imprescindibles en este género es el de Armando Iannucci, director de una de las grandes comedias de los últimos años: La muerte de Stalin (2017).

Título: La muerte de Stalin | Dirección: Armando Iannucci | Guión: Armando Iannucci, David Schneider e Ian Martin | Reparto: Steve Buscemi, Simon Russell Beale, Michael Palin, Jeffrey Tambor, Jason Isaacs, Paddy Considine, Rupert Friend, Olga Kurylenko y Andrea Riseborough | Fotografía: Zac Nicholson | Montaje: Peter Lambert | Música: Chris Willis | Producción: Yann Zenou, Laurent Zeitoun, Nicolas Duval Adassovsky y Kevin Loader

La noche del 2 de marzo de 1953 cambió para siempre la historia de la Unión Soviética: el temible dictador de la potencia mundial enemiga de los EEUU, Josef Stalin, falleció a causa de un ataque cerebrovascular. Los días posteriores a la muerte del dictador iban a ser un espectáculo político totalmente surrealista, con algunos de los hombres más fieles a Stalin dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de ocupar el puesto de Secretario general de la URSS.

Armando Iannucci, director de la alabada sátira política In the loop (2009) y creador de la célebre serie de TV Veep (2012-Actualidad), escribe y dirige la adaptación de la obra homónima de Fabien Nury y Thierry Robin, La mort de StalineAcompañada de la habitual sátira que rodea a su laureado director, La muerte de Stalin es, con toda seguridad, una de las comedias más ácidas y negras de los últimos años, componiendo un relato profundamente burlesco de las peripecias que realizaron los aspirantes al poder absoluto de la URSS.

THE DEATH OF STALIN

Cuando uno se acerca a ver esta película al cine, lo primero que se le pasa a uno por la mente es el estupendo reparto que protagoniza esta sátira. Actores de la talla de Steve Buscemi, Michael Palin, Jeffrey Tambor o Simon Russell Beale conforman el cuarteto protagonista, mientras que la película también se rodea de un elenco secundario fabuloso, contando con Rupert Friend, Jason Isaacs, Olga Kurylenko o Andrea Riseborough.

Si algo tienen en común todos los intérpretes de la película, es la eficacia con la que realizan sus respectivos papeles; pero, como en todos los films, hay algún nombre que sobresale por encima de los demás.

En el caso de esta película, ese nombre es Rupert Friend, quien caricaturiza soberbiamente bien al hijo de Stalin, Vasili: un borracho mimado y loco que no sabe ni donde está en cada momento que hace acto de presencia; no solo una actuación imprescindible, sino una de las razones por las que hay que seguir con lupa a este actor.

Por otro lado, otro de los puntos más positivos del film es la coralidad que predomina todo el rato en pantalla, creando una narración llena de perspectivismo, lo cual ayuda a entender el retrato que compone Iannucci. El director italiano no solo acierta al crear una obra fundamentalmente coral, sino que escribe algunas de las líneas de guion más desternillantes y ácidas de los últimos años. Las conversaciones entre el cuarteto de hombres que aspiran al poder son brutales, provocando un halo de patetismo en cada uno de ellos.

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La historia que se nos relata en pantalla es tan surrealista y disparatada que cuesta creer que estuviera basada en la vida real, pero el realismo con el que plasma Iannucci la vida en la URSS durante los años de la dictadura de Stalin es sumamente exacto, satirizando todo el sistema comunista que predominaba la sociedad soviética.

El periodo Stalinista es muy interesante y poco aprovechado en el cine, ya que pocas películas se han atrevido a intentar plasmar este terrorífico periodo; tan solo El niño 44 (2015) y la película que nos ocupa en este artículo han plasmado esta época durante los últimos años.

Al ver las situaciones que se nos plantean en pantalla, uno no puede dejar de preguntarse si nos encontramos ante un cómic basado en los momentos posteriores a la muerte de Stalin. Nada más alejado de la realidad: la muerte de Stalin está basada en una novela gráfica, lo cual resulta totalmente lógico después de ver las escenas que acontece la película.

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Adaptar novelas gráficas es un ejercicio que rara vez se realiza, ya que, en general, el cine no suele adaptar este tipo de novelas. Después de La muerte de Stalin, la industria Hollywoodiense debería optar por producir películas de este estilo, ya que esconde mucho más contenido que la mayoría de películas vacías que produce la meca del cine.

En conclusión, La muerte de Stalin es una de las películas más reveladores del año, convirtiéndose en un ejercicio satírico de primer nivel que permite dilucidar el periodo más tenebroso de la fallida URSS. Después de los proyectos que está realizando Iannucci en los últimos años, parece que el mundo satírico está de enhorabuena, y los espectadores que buscamos el humor negro desesperados ante tanta corrección política, también.

 

Ferran Alcocer Gómez

Ferran Alcocer Gómez

Cinéfilo incondicional. Nolanista, Zimmerista y purista. 8 años llenos de pasión, amor y respeto hacia el cine. Sé distinguir entre cine y streaming.