Kursk (2018): El submarino que tuvo en vilo al mundo

Kursk
Ayer, 5 de diciembre, se estrenó en cines Kursk, la película de Thomas Vinterberg basada en la tragedia sucedida en el 12 de agosto del 2000.

El 12 de agosto del 2000, en el mar de Barents, fue la ultima vez que se tuvo comunicación con el submarino ruso Kursk. Algo había fallado poco antes de realizar las maniobras previstas, provocando el hundimiento del submarino. Esta película narra el drama de suceso desde diferentes puntos de vistas: las negligencias gubernamentales, la desesperación de las familias en tierra y la lucha de los marineros por sobrevivir.

El director Thomas Vinterberg da luz a este suceso ocurrido hace 18 años donde toma como referencia el libro de Robert Moore, el cual no solo hace un recorrido de los hechos acontecidos sino que también profundiza  y reflexiona sobre las causas que llevaron a la tragedia; además de analizar las diferentes declaraciones del gobierno de Rusia.

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La película recrea el final de una era, el fin de los últimos restos de la Unión Soviética. El propio Vinterberg expresa que era una época donde predominaba la pobreza y que debería haberla recalcado más en la película. Pues ni la propia Flota del Norte, a la que pertenecen los protagonistas, tenía dinero para poder abastecer a sus componentes, ya que los sueldos de los marineros rara vez llegaban a tiempo o en su totalidad.

En otra de las cuestiones en las que también incide el director es que él personalmente no cree que Putin, presidente de Rusia apenas 100 días antes de la tragedia del Kursk, tuviera nada que ver con las decisiones que tomo el gobierno. Sino que todas ellas salieron de los «viejos altos mandos» que permanecían en el ejercito y en especial en la Flota del Norte. Por ello, durante toda la película obvia casi por completo el papel del presidente en aquel momento, no diciendo ni su nombre. Y las escasas veces que se menciona a las altas instancias se refiere a ellas como «a Moscú» o «el Kremlin».

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Las actuaciones son esplendidas, pues cada una de ellas representan de una manera clara, las diferentes situaciones de cada uno de los protagonistas y como hacen frente a la tragedia. Tanya Averina (Léa Seydoux), representa la desesperación y la lucha en tierra. El Comodoro David Russell (Colin Firth), la impotencia extranjera. Boris Nikolayevich Yeltsin (Max von Sydow), la impasibilidad del gobierno ruso. Y Mikhail Averin (Matthias Schoenaerts) la supervivencia en su máxima esencia.

Se podría decir que Kursk es una película de contrastes, de lucha y de vida. De reflexión ante el limite del patriotismo y el deber ético como seres humanos. Acompañada por una fotografía cruda y una banda sonora de opuestos. Un filme que es debido de ver al menos una vez en la vida, pues una vez hecho no te dejará indiferente. Pues Kursk, no es entretenimiento vacío o puro ocio, es la realidad de un pasado no tan lejano. Y un presente que se puede repetir. En resumen, es la respuesta al la pregunta ¿qué valor tiene la vida humana?