La 52ª edición del Festival de Sitges es un downgrade bastante preocupante respecto al inmejorable año anterior. Dos años después de que una ganadora del Oscar a Mejor Película inaugurase el festival, un cuchillo en el cuello del festival de cine fantástico más importante del mundo está dispuesto a ser deslizado.
Por una u otra cosa, este año no he estado tan encima del cine como en los últimos años. Mucho tiene que ver mi total rechazo al periodismo cinematográfico y su pésimo nivel actual, pero no es el único factor que me ha frenado a la hora de envolverme en mi pasión. A tal punto llegué que este verano empezaron a anunciar las primeras películas del Festival de Sitges y yo ni me había enterado. Ese fue el primero de los síntomas.
Estamos ya en octubre y parece que la cosa se ha animado un poco, pero no es, ni mucho menos, gracias al festival de mi pueblo, Sitges. Las semanas anteriores al inicio de la 52ª edición las viví con un entusiasmo sorprendentemente moderado. Ninguna película de la programación despertaba en mí un hype similar a las ediciones anteriores. En parte eso era bueno porque me podía llevar alguna sorpresa, pero nada más lejos de la realidad.
Sitges 2019: Ready or Not: Una noche que se queda a medias

He ido a ver once películas. Número razonable. Tan solo estuve dos días sin ir al Auditori de aquella semana. Bloodline, 3 From Hell, Suicide Tourist, The Lodge, Little Monsters, Ventajas de viajar en tren, Ready or Not, The Lighthouse, Synchronic, Come to Daddy y Color Out of Space. Visto con perspectiva, parece una cosecha más que aceptable. El problema llega cuando acudes, atónito, a ver algunas de las películas más flojas que he visto en mi vida. Decepción tras decepción con alguna (brutal sorpresa).
Puedo dividir las once películas que vi en el Auditori en cuatro grupos: Obras maestras, más que dignas, flojas y malas (así, tal y como suena). Empecemos desde abajo.
Cada película que veía me iba convencido más de que este año iba a ser un despropósito. El punto más bajo lo alcance con Come to Daddy, un esperpento de dimensiones bíblicas. No quiero dedicarle muchos más adjetivos. 3 From Hell no solo fue una decepción tremenda, sino que, a excepción de alguna secuencia muy meritoria, parecía más una parodia de las películas de Rob Zombie que una película de Rob Zombie. Ambas son películas que atrevo a clasificar como malas. Debéis ser conscientes de que difícilmente catalogo a una película con esta palabra.
En el grupo de las flojas tenemos The Lodge, Color Out of Space y Ready or Not. Son películas entretenidas y disfrutables, pero que no pasan de ahí. Tienen mucho potencial y lo desperdician al moverse por terrenos ya repetidamente explorados. En especial, destaco Ready or Not, que pensaba que iba a ser la «Overlord» de este año y se te olvida al día de haberla visto.
Sitges 2019: The Lodge: Volver al mundo real
Notables son Synchronic, Suicide Tourist, Little Monsters y Bloodline. Aquí tenemos una excelente mezcla de géneros, una sensibilidad avasalladora, un festival de la carcajada y una repetición más que disfrutable; en ese orden. Son cuatro películas de las que me acordaré en unos meses y que me hicieron pasar un muy buen rato en el cine. Ninguna de ellas llega al excelente, pero tampoco lo pretenden.
Como no podía ser de otra manera, las dos grandes obras maestras que he tenido el enorme placer de ver en el Auditori este año son The Lighthouse y Ventajas de viajar en tren. La onírica odisea claustrofóbica de Robert Eggers es una lección de dirección, fotografía, actuación, banda sonora… es una de las mejores películas del año y será un delito si no arrasa (al menos, con nominaciones) en la temporada de premios. Por otro lado, Ventajas de viajar en tren es mi gran sorpresa del festival de este año. Una obra de una narrativa única que hipnotiza con historias y personajes inverosímiles de los que es imposible olvidarse. La digna nieta de Amanece, que no es poco.

Claro, uno compara este año con el anterior y es irremediable ponerse a llorar. Suspiria, Clímax, Mandy, Under the Silver Lake, The House that Jack Built, Dragged Across Concrete, Overlord, Upgrade y Halloween. Fue inmejorable, pero la caída de un año para otro ha sido tremenda. Este es el mayor pecado de un festival que tiene un potencial tremendo y que no para de ponerse piedras en su propio camino.
Si a este downgrade le añadimos la esperpéntica proyección de The Lighthouse (encima sucedió con la mejor película del festival…), Sitges debe buscar rápidamente soluciones y no repetir los errores que con tanta tristeza he presenciado este año. El potencial está ahí, lo que no está es la aptitud.