La saga Fast & Furious ha sabido amoldarse a los tiempo que ha vivido, pero con Hobbs & Shaw da cuatro pasos más allá.
El evolucionismo es indispensable en todo ser, objeto o concepto que se precie de tener vida; todo está en continuo cambio hasta que muere. La saga Fast & Furious ha sabido seguir con vida a través de una actitud camaleónica que la ha mantenido en lo más alto de la taquilla con cada nueva entrega que estrenaba.
Se puede decir que la saga ha vivido dos puntos de inflexión: la quinta entrega y la séptima. En Fast Five se incorpora el gran actor de acción de esta década: Dwayne Johnson. El ex-luchador de la WWE llegó justo cuando la saga tomó un giro más evocado a la pura acción que a las carreras de coches. A partir de aquel 2011, todo fue mucho más espectacular y exagerado. El segundo punto de inflexión llegó con Fast & Furious 7, la primera desde que nos dejó Paul Walker. En esta nueva entrega, dirigida por James Wan, la acción llegaba a cuotas irreverentes; era todo tan excesivo como irresistible.
Fast & Furious 7 no sólo traspasó los límites de la saga, sino que incorporó a otro de los mejores actores de acción actuales: Jason Statham; en esta ocasión, como el villano principal. Dos años después llegaría The Fate of the Furious, que seguía el rumbo de su predecesora. Esta nueva entrega, además de ser una notable película de acción, incorporaría una de las parejas con más química de la saga: Johnson con Statham, Hobbs con Shaw.
Han pasado dos años desde que los vimos a pleno rendimiento en aquella brutal escena de la cárcel y ya podemos decir que tienen su película propia. Fast & Furious: Hobbs and Shaw es uno de los blockbusters del año y el cambio de rumbo definitivo de la saga. Hemos pasado de carreras de coche a ciencia ficción en apenas diez años.
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Hobbs & Shaw no parece una película de Fast & Furious. Todo lo que caracterizaba a aquella saga parece haberse marchitado después de tanto exceso de acción, testosterona y escenas imposibles. Los fans incondicionales de la saga pueden sentirse decepcionados, pero los amantes de la acción estarán entusiasmados al ver una película que justifica cualquier alabanza (y desacreditación).
La química entre Statham y Johnson sigue intacta y se confirma como una de las grandes ideas de la franquicia. Ambos actores llenan salas de cine con cualquier medianía, por lo que era hasta obvio el tremendo impacto que sería ver a ambos protagonizar una entrega de una saga tan popular. Esta ecuación era un éxito asegurado, pero a este le añades a Idris Elba como un villano memorable en la saga y a uno de los responsables de la saga John Wick como es David Leitch y te sale una apuesta segura.
Hobbs & Shaw es una película sin trampa. Sabes muy bien qué te vas a encontrar y la obra no amaga con creerse más de lo que es. Es cine para el gran público; disfrutable y ligero. La saga ha tomado un rumbo que no da opción a retomar los inicios, pero viendo la solvencia de esta nueva entrega, no hay de qué preocuparse.