Opinión de un colaborador poco colaborador
Ya sé que en este blog se habla mucho de los próximos blockbusters que la industria americana prepara cada año y que convierte en éxitos prácticamente asegurados. Términos como spin-off, remake, reboot, secuelas o precuelas son bastante conocidos por el gran público que acude en masa al cine con su paquete de palomitas dispuesto a disfrutar de dos horas (o más) de metraje de una película de la que se lleva hablando varios años antes del estreno. El peligro, al menos eso piensa este humilde redactor eventual, es la perdida de la creatividad.
Las grandes apuestas de las aún más grandes productoras cinematográficas son estas películas que ofrecen lo mismo (y más de lo mismo) en todos sus grandes productos. Se pierde la imaginación, la improvisación, las grandes actuaciones que solo te pueden dar las ideas originales a las que cada director o actor podría poner su sello. Todo está ya inventado, nadie se puede saltar el guion ya establecido para aportar su grano de arena y hacer que la breve historia del cine siga creciendo.
Hace unos años, por poner un ejemplo, vi X-men de Bryan Singer (hace algo más de unos años la verdad), una película donde encajaban muy bien a varios superhéroes juntos. Todo muy bien cuidado, cada uno con su historia personal, sus poderes y sus conflictos interiores. Me pareció novedoso juntar en poco más de hora y media a personajes tan variopintos. Pues bien, luego vinieron dos entregas más, la precuela (que cuenta con tres entregas más), Los Vengadores con sus correspondientes tres entregas más, Guardianes de la galaxia (de la que se prevén otras tres), el reinicio de Star Trek, la precuela y secuela de Star Wars, Escuadrón suicida, Spiderman, The amazing Spiderman,……
En fin, superhéroes y antiguas sagas por un tubo (y eso que no he contado lo de Batman Vs Superman del no tan brillante Zach Snyder). Si esto no es perdida de creatividad en los guiones que baje Dios y lo vea (y eso que me considero ateo).
La pena de todo esto es que en lo que va de siglo si hay personas que arriesgan, aunque con ello se jueguen su futuro en esta industria, y que no se valoran tanto como otros directores que solo se dedican a hacer refritos.
Por poner un ejemplo, el año de Avatar (esa película que iba a cambiar el concepto del cine actual y que solo fue un remake de ‘’Pocahontas’’ con bichos azules de una galaxia muy lejana) hubo una película que sí que me llego a emocionar de verdad. Una historia de pasión, intriga, violencia, amor y venganza que regalaban al espectador algo más de dos horas de puro cine. El secreto de sus ojos, una cinta argentina de un tal Juan Jose Campannella se convertía en la mejor película que vi ese año. Todos los cines del mundo se llenaron para ver casi tres horas de bichos azules dando saltos, con efectos especiales bastante currados, pero con una historia hueca. Mientrás, yo estaba en mi casa con una copia en DVD que regalaba el diario El País disfrutando de auténtico cine.
Lo que quiero decir con esto es que los cines se están llenando de refritos donde siempre nos cuentan las mismas historias, donde, al igual que en las películas románticas, ganan siempre los buenos, donde no hay lugar para la sorpresa y en la que el espectador recibe su dosis de morfina correspondiente. No golpean, no llegan a penetrar en nuestra piel, no tienes que pensar, solo relajarte y disfrutar de un lienzo vacío. Al salir del cine a otra cosa.
Pero aún hay productores que se resisten a relajar al espectador, que hipnotizan y golpean con fuerza en nuestro subconsciente, que golpean el estado emocional, que hacen pensar y cuestionar la naturaleza propia del espectador.
Relatos salvajes de Damián Szifron, Birdman de Alejandro González Iñarritu, La caza de Tomás Vinterberg, Scott Pilgrim contra el mundo de Edward Wright o Her de Spike Jonze o productoras como Pixar son muestras de que la originalidad sí que da buen cine.
El cine no es solo entretener y pasar un rato, el cine es expresar las emociones e inquietudes que tenemos en el día a día, es contar una historia que deje un poso y un buen sabor de boca en aquel que la visiona.
Si no estáis de acuerdo podéis hacer una cosa, ver en una tarde primero Cinema Paradiso y luego Los Vengadores. Al día siguiente a ver cuál recordáis.