El hombre que mató a Don Quijote (2018): La quijotización de Gilliam

El hombre que mató a Don Quijote
[SIN SPOILERS] Si ya de por sí el excéntrico Terry Gilliam tiene un puntito de locura, con su nueva película, El hombre que mató a Don Quijote (2018), esta locura evoluciona en un estado cuasi psicodélico.

Título: El hombre que mató a Don Quijote | Dirección: Terry Gilliam | Guión: Tony Grisoni y Terry Gilliam | Reparto: Adam Driver, Jonathan Pryce, Olga Kurylenko, Stellan Skarsgård, Joana Ribeiro, Óscar Jaenada, Jason Watkins, Sergi López, Jordi Mollà, Rossy de Palma y Hovik Keuchkerian | Fotografía: Nicola Pecorini | Montaje: Teresa Font y Lesley Walker | Música: Roque Baños | Producción: Gerardo Herrero, Mariela Besuievsky y Amy Gilliam

El prometedor director Toby Grisoni se embarca en la ardua labor de dirigir una adaptación de la inigualable obra cumbre de la literatura castellana: Don Quijote de La Mancha. Con el paso de los días, Toby irá abandonando su cordura por culpa de un antiguo conocido: un zapatero anciano convencido de que es el verdadero Don Quijote.

Esta película es una verdadera leyenda de Hollywood. 25 años de producción, retrasos en el rodaje, accidentes en el set y un hombre tan ambicioso como loco: Terry Gilliam. El longevo exmiembro de los Monty Python se ha hecho un nombre dentro de la industria Hollywoodiense, principalmente gracias a su notable labor como director de largometrajes tan inclasificables como mágicos.

Jonathan Pryce y Adam Driver

Su peculiar estilo es excesivamente polarizable, o lo amas o lo odias. Sus obras están caracterizadas por historias cercanas al surrealismo, donde la fina línea entre realidad y la imaginación es sumamente borrosa. Un claro ejemplo de este estilo es la sobrevalorada Miedo y asco en Las Vegas (1998), obra de culto protagonizada por Johnny Depp y Benicio del Toro.

El hombre que mató a Don Quijote es una de las producciones más accidentadas de la historia del cine, y eso es algo que se puede apreciar en muchos momentos del metraje. La película en sí es entretenida, pero su premisa es infinitamente más interesante que su desarrollo. Tampoco hay que pedirle mucho más a una obra que ha sufrido tantas penurias para ver la luz, pero el resultado final es caótico.

Su excesiva duración (133 minutos) es su mayor lastre; con un metraje más reducido (95 minutos, por poner un ejemplo) hubiera sido más llevadera y mucho menos fallida. Tiene escenas magistrales muy fieles a la obra original, pero por cada una de estas escenas, hay tres o cuatro esperpénticamente desubicadas. Todo resulta ser un espectáculo que decae por momentos.

Jonathan Pryce y Terry Gilliam

Ni siquiera las dedicadas actuaciones de Adam Driver y Jonathan Pryce (este último, lo mejor de la película) pueden salvar el producto final, carente de cualquier atisbo de interés por parte del espectador. La verdad es que es una pena, porque la idea es muy original y daba para mucho más.

Si algo merece la pena rescatar de esta película es algo que nos incumbe exclusivamente a los españoles: La adaptación de una obra tan representativa para nosotros. Los esfuerzos de Gillian para retratar una España fiel y no la idea que tienen los americanos sobre nuestro país merece un fuerte aplauso; pocos habrían dedicado esfuerzo en algo así.

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La aparición de elementos característicos de España y los breves papeles que interpretan actores y actrices de nuestro país, tales como Sergi López o Rossy de Palma, son razones suficientes como para que los cinéfilos de nuestro país se emocionen ante la pantalla del cine.

Adam Driver y Terry Gilliam

Después de marcianadas como The zero theorem (2013) o El imaginario del doctor Parnassus (2009), Gilliam ya confirmaba su (sana) locura cinematográfica, pero con El hombre que mató a Don Quijote, el casi octogenario director demuestra una quijotización propia de Sancho Panza. Tal vez buena parte de su cordura haya desaparecido con esta película, pero sí ha luchado tanto por ella, supongo que no le habrá importado mucho.

Gilliam es un hombre dedicado, algo estrambótico y con una imaginación inmensa, pero ni siquiera mentes tan privilegiadas son capaces de sacar adelante proyectos tan accidentados. El hombre que mató a Don Quijote es una pequeña gran decepción, pero que haya logrado ver la luz al final del túnel debe ser una dulce victoria para Gilliam, independientemente de su resultado final. El mundo del cine se siente orgulloso.

Ferran Alcocer Gómez

Ferran Alcocer Gómez

Cinéfilo incondicional. Nolanista, Zimmerista y purista. 8 años llenos de pasión, amor y respeto hacia el cine. Sé distinguir entre cine y streaming.