Doctor Sleep: Cuanto más lejos, mejor

Doctor Sleep

La maldición que persigue a las secuelas es por todos conocida, pero si hablamos de una secuela de The Shining, que tiemble hasta el más ignorante. Doctor Sleep, a pesar de su tramo final, consigue superar la prueba.

Vi The Shining por primera vez en mi vida hace unos cinco años. Me resultó imposible no conocer el final y las escenas más míticas antes de adentrarme en su mundo, pero aún así la disfruté hasta el punto que pienso que es la obra magna de Kubrick. Nada de lo que hizo se acerca a esta obra inmortal y de una complejidad bíblica (incluso se hizo un documental que analizaba la película y su simbología). Eso sí, no fue hasta el año pasado que comprendí su verdadero valor. Fui a verla al cine, y eso es otro mundo. Me estremecí, literalmente. De esas obras de juventud eterna.

De repente, un día vi que se iba a estrenar una secuela bajo el título de Doctor Sleep, homónimo al de la novela de Stephen King, responsable de ambos libros. Como es normal con este tipo de secuelas que se llevan más de 30 años con su predecesora, me temí lo peor. Es complicado que una secuela llegue al nivel de la original, pero en este caso era misión imposible.

The Shining es demasiado grande para que una secuela le haga justicia. El título que continuase su historia debía alejarse lo máximo posible de la mitología de la original, pero respetando ciertas premisas de la original. Y justo por eso Doctor Sleep sobrevive.

Doctor Sleep dura dos horas y media (cuando salí del cine me quedé anonadado) y funciona durante dos horas enteras, mucho más de lo que me esperaba al principio. La película se puede dividir fácilmente en dos partes: la primera tiene mucha personalidad, es interesante y mantiene un nivel durante sus dos horas, mientras que la segunda roza la parodia y, directamente, sobra. Soy consciente de que Doctor Sleep es una adaptación fiel de una obra de Stephen King y eso supone llevar a la pantalla todos los elementos de la novela (aunque a Kubrick eso le importase poco), por lo que la culpa no es tanto de la película, sino de King.

Cuanto más consigue alejarse del Hotel Overlook, Doctor Sleep consigue inquietar más. El evidente talento de Mike Flanagan quedó patente en Oculus, y aquí no hace más que confirmarlo. Esta nueva ola de autores de terror norteamericanos que abanderan Ari Aster y Jordan Peele sigue sumando adeptos.

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Dejando a un lado el indudable hecho de que decae al final, Doctor Sleep es una más que digna secuela con un buen reparto (Ewan McGregor está siempre estupendo, pero aquí le toca a Rebecca Ferguson ser el alma de la fiesta) y una historia que respeta a The Shining y que, a su vez, crea un universo propio. No siempre las secuelas salen mal.

Ferran Alcocer Gómez

Ferran Alcocer Gómez

Cinéfilo incondicional. Nolanista, Zimmerista y purista. 8 años llenos de pasión, amor y respeto hacia el cine. Sé distinguir entre cine y streaming.