Una simple bufanda con un mísero pelo rubio. Esos dos factores serán los que desencadenen una tormenta en el hogar de los Foster en el que la infidelidad será la piedra angular sobre la que giren todos los personajes de este intenso drama.
Aviso: este artículo pretende analizar la primera temporada de Doctor Foster, por lo que contiene spoilers. Si no has visto la serie, corre a verla, y vuelve cuando la hayas terminado
Londres, en la actualidad. La doctora Foster descubre en su consulta que en la bufanda que le ha prestado su marido hay un pelo rubio que no pertenece a ninguno de ellos. A partir de esto, Gemma Foster comenzará a dar vueltas a quien puede pertenecer ese pelo, introduciéndose en una espiral obsesiva que traerá consecuencias fatales para los protagonistas de la serie.
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La serie, producida por la BBC en septiembre del 2015, renovada para una segunda temporada, y de la cual disponemos de su primera temporada en Netflix y profundiza en el concepto de la infidelidad de pareja, en este caso desde la perspectiva de Gemma, la cual observa con repugnancia y asombro como su marido Simon Foster niega todas las evidencias que ella misma constata durante la investigación de su infidelidad.
Y es este uno de los puntos importantes de la serie. Lo que en algunos casos hubiera sido un juego en el cual el espectador no sabría si Gemma Foster está o no en lo cierto se convierte en este caso en una serie de situaciones en las que espectador y protagonista son conscientes de las mentiras de Simon y del descaro de este mismo a la hora de intentar desmentirlas.
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Toda esta investigación y juegos de engaños nos conducen definitivamente a un último episodio que, salvando las distancias, recuerda al ya legendario Ozymandias de Breaking Bad, en el cual la tensión no descansa en todo el capítulo, y las consecuencias de todo lo visto anteriormente se desencadenan sin freno.
De los protagonistas hemos de comentar que, si bien Bertie Carvel está correcto en su papel de hombre mentiroso y que intenta por todos los medios ocultar su mentira (en algunos casos quizá bastante obvio), el gato al agua se lo lleva una Suranne Jones con una actuación que juega a dos bandas. Por una parte, muestra una templanza increíble en las escenas de mayor tensión que la conducen a una desesperación total en escenas como el final del cuarto episodio en la playa, o la disgregación total del matrimonio Foster en el quinto episodio. Por ello, y no sin razón, este papel le dió a Jones el Bafta a la mejor actriz en la última edición de estos premios.
Por último, hemos de resaltar, como en la gran mayoría de producciones de la BBC, el genial trabajo de fotografía realizado en este caso por Des Willie, el cual se acerca perfectamente al objetivo de que el espectador sienta la desesperación de los personajes, realizando planos muy cercanos en determinados momentos de la trama que intensifican aún más los sentimientos de angustia o desesperación de ciertos protagonistas.
Finalmente, y como ya hemos mencionado antes, la serie ha confirmado una nueva temporada después de las grandes audiencias que obtuvo en su estreno en Inglaterra, con más de 10 millones de espectadores. Según el escritor de la serie Mike Bartlett, esta segunda temporada tratará las consecuencias de este divorcio y la relación de la aún doctora Foster (como así se hace llamar en la última escena, aunque minutos antes pide que no se le vuelva a llamar así) con todos los personajes aparecidos en esta temporada. Esperemos que consiga mantener este nivel de intensidad y tensión que nos ha ofrecido en la primera ronda de capítulos.