Título original: El hombre que conocía el infinito | Año: 2015 | Dirección: Matt Brown | Producción: Jon Katz, Edward R. Pressman, Sofía Sondervan, Joe Thomas, Jim Young. | Guión: Matt Brown. | Música: Coby Brown. | Fotografía: Larry Smith.| Montaje: JC. Bond. | Reparto: Dev Patel, Jeremy Irons, Toby Jones, Stephen Fry, Jeremy Northom. | Género: Biopic, Drama. | Duración: 114 min
¿Quién dijo que el arte de convertir los números en algo sexy fuera misión imposible?¿ Y que llevarlos a la gran pantalla era incluso peor que una utopía? Si, vale. Muchos tememos a las matemáticas como el enemigo número uno desde nuestra niñez y mostramos repulsión por todo lo que tenga que ver con el álgebra o la aritmética (¡¿qué diablos era eso?!) pero Matt Brown intenta convencernos de todo lo contrario en El hombre que Conocía el Infinito.
Situémonos en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Srinivasa Ramanujan es un joven indio con un cerebro brillante para las matemáticas pero, al igual que ocurre con la mayoría de los genios, sus orígenes humildes le impiden materializar sus logros. Es por éso que decide poner rumbo a la Universidad de Cambridge, donde contará con la ayuda del prestigioso profesor inglés Godfrey H. Hardy, que impulsará el talento de Ramanujan hasta límites insospechados.
La historia se basa en la vida real del matemático indio Srinivasa Ramanujan, que consiguió importantísimas demostraciones en el análisis matemático y la teoría de los números. Los años de colaboración con el profesor Hardy, a partir de 1916, fueron recogidos en la novela The man who knew the infinity (El hombre que Conocía el Infinito), publicada en inglés en 2007 y traducida al español en 2011. Matt Brown, director y también guionista, tardó hasta 8 años en adaptar el guión del libro a la gran pantalla, pero el resultado ha merecido la pena.
El film comienza mostrando la increíble habilidad matemática de Ramanujan y el empeño porque su esfuerzo sea recompensado más allá de las fronteras indias. El diamante en bruto, aún sin explotar, desembarca nada más y nada menos que en el lugar donde todos hemos soñado con poner el pie alguna vez: la afamada Universidad de Cambridge.
Sin embargo, muy pronto vemos que el trasfondo de la película es otro. El aspecto de los números, llevado de la forma más sencilla posible al espectador, no son más que una excusa para mostrar los prejuicios de una sociedad que vive sobrecogida por las penurias de la Primera Guerra Mundial. Son continuas las escenas en las que se muestra cómo los británicos no llegan a comprender el gasto de recursos en una persona que procede de los antros más bajos de la India. El racismo y el desprecio hacia Ramanujan son constantes. Una situación que, sin lugar a dudas, nos lleva a empatizar con el protagonista.
Y es precisamente aquí donde está la clave del film: las interpretaciones son absolutamente brillantes. El conocido Dev Patel (Slumdog Millionaire, The Newsroom) se mantiene en la magnífica línea a la que nos tiene acostumbrados acompañado por un no menos talentoso Jeremy Irons (La jungla de cristal, El hombre de la máscara de hierro).Los mejores momentos del film, precisamente, recaen en los profundos diálogos entre ellos, que no son pocos. El personaje de Tobey Jones, Littlewood, pone la chispa amigable entre tanta intolerancia.
Tampoco podemos pasar por alto la impecable factura técnica que envuelve a la película y que la dota de una atmósfera radiante. Sin embargo, la banda sonora pasa bastante desapercibida, todo hay que decirlo.
En conclusión, El hombre que conocía el infinito es un film que consigue atraparte desde el primer momento pero si lo que quieres es enterarte de por qué Ramanujan fue uno de los matemáticos más destacados mejor irse al libro.
Lo mejor: La relación entre el joven matemático y su mentor. Sus diálogos son tan profundos y realistas que te verás a ti mismo hablando con tu profesor de la infancia.
Lo peor: Los importantes logros de Ramanujan en el sector de las matemáticas quedan en un segundo plano ahogados por la marea de sensaciones que desprende el film. Y es que, ¿qué sería de un biopic sin sus dotes de emoción?