Hacía tiempo que tenía en la recamara Cooties, película del género pseudo-zombi/infectados. Algo me decía que no iba a ser el súmmum del ingenio o que iba aportar mucho a lo visto hasta ahora pero a veces se apetece ver algo para distraerte, intentar echarte unas risas (al menos intentarlo) y que no te salgan canas de pensar mucho.
Ya para empezar me pareció un mal presagio la traducción con la que llegó a estos lares Cooties: Dulces Criaturas. ¿Pero esto que es? Nos encontramos ante un alarde de sarcasmo o el que le puso el nombre a la película, que no traducir, pensó que sería un puntazo al ir de niños infectados. Visto lo visto, en nuestro país, poco me sorprendería la segunda posibilidad.

Metiéndonos en harina (y nunca mejor dicho), lo más asqueroso que veremos en toda la película es el principio donde veremos el proceso de fabricación de los famosos nuggets. Realmente desagradable y que da pie a los argumentos de más de un vegetariano confeso.
Cooties nos muestra a Frodo Bolsón, conocido en su casa como Elijah Wood, como se levanta de la cama como si hubiera echado una “peoná” el día anterior. Luego te enteras que es un proyecto de escritor que escribe menos que un manco con Parkinson. El pobre no supera ese hecho y se tira toda la peli con esa cara entre “pasmao” y preocupado, nada nuevo y ya habitual en gran parte de su filmografía aunque esta vez si tiene excusa. Pronto te darás cuenta que es más desgraciado que un pájaro con vértigo y eso que aún no sabe lo que se le viene encima…

Pronto le veremos llegar al colegio y la película nos presenta a un grupo de profesores a cada cuál más friki que el anterior, donde parece que la mayoría han acabado de rebote en ese trabajo y que lo realizan porque no les queda otra para pagar las fantas y otros gastos. El problema es que es una sucesión de tópicos y clichés ya vistos en infinidades de películas: el director hippie/buenrollista, el deportista frustrado con necesidad de reconocimiento que se mete a profesor de gimnasia, la profesora paranoica que ve acoso por todas partes, la profesora guapa y amable que realmente le encanta su trabajo, un japonés que sabe artes marciales (como no…), el drogata (como no, “one more time”) y el profesor con una psicopatología que le dificulta la socialización.

Pronto verán que no es un día más en sus lamentables vidas convirtiéndose en protagonistas de un capítulo de The Walking Dead en un colegio de primaria. Si ya sabíamos que los niños no son fáciles, éstos se convertirán en algo peor que un niño hiperactivo con sobredosis de Red Bull. Porque estos no es que quieran acabar con tu paciencia, quieren acabar contigo.
A la película se le echa en falta más gore y mala leche. Al tratarse de niños, ha sido un handicap para no cebarse y parecer hasta cruel. Craso error para los amantes de este género que no hacemos distinciones y hubiera quedado hasta cierto punto original. Vamos, que lo que veremos a lo largo de la película son niños caníbales con más hambre que un caracol en un espejo y con más mierda que el payaso de Micolor.
El grupo es patético y no empatizas con ellos ni por caridad cristiana. Va dirigida a un público muy específico y, si no te atrapa ese tipo de humor algo simple y vacuo o la congoja de algunas situaciones, no la soportarás. Los supervivientes desaprovechan esa oportunidad única que más de un profesor sueña de vengarse de ese crío coñazo y cabroncete de la clase y que nadie pueda decirte nada. Limpieza vengativa de todo lo soportado durante meses o años en esa selva infernal de mocosos que pueden convertirse las aulas.

Para intentar que den más miedo estos imitadores de “Chucky’s” de medio pelo, han tirado del recurrente uso de graznidos a todo volumen. Parecía que más que en un colegio estabas en la matanza del cerdo.
Las actuaciones rozan lo bochornosos y tiran por tierra una oportunidad de reivindicarse para conseguir papeles en otras películas más “serias”. Mención especial al papel de Jorge García, forzadísimo y metido con calzador. No te lo acabas de creer nunca. Triste lo poco exprimido que está Rainn Wilson en su faceta cómica-histriónica.
La dirección y guión de Cooties está a la altura del nivel de la película. Pocas situaciones logran sacarte una sonrisa y la historia es poco original aunque no es un género que se prodigue mucho en esto.
En cuanto al sonido, pasa más desapercibido que en una película muda. Como comento anteriormente, parece que se dejaron el presupuesto en los chillidos tortuosos de los cochinos y la cosa no daba para más.

Lo mejor: la escena final en el Chiqui Park y saber que ya te podrás poner hacer otras cosas de mayor interés.
Lo peor: Lo desaprovechado que están algunos actores como el gran Rainn Wilson que carece de gracia en muchos momentos de la película pese a su repertorio humorístico.
En definitiva, si has comprado el Bluray de Cooties podríamos decir que ya has hecho la penitencia de Semana Santa por adelantado. Enhorabuena…