Crítica de La Huella (1972)

Huella

Año: 1972 | Dirección: Joseph L. Mankiewicz | Producción: 20th Century FOX | Guion: Anthony Shaffer Música: John Addison | Fotografía: Oswald Morris | Reparto: Michael Caine, Laurence Olivier , Alec Cawthorne, Teddy Martin | Género: Intriga / Comedia dramática | Duración: 138 min.

La Huella es la última película del director estadounidense Joseph L. Mankiewicz. Fue producida por la FOX y surge como adaptación de la homónima obra de teatro que fue escrita por Anthony Shaffer. Nominada a 4 Oscars y a 3 Globos de oro, tuvo que hacer competencia con el El Padrino que se estrenaba ese mismo año.

Existen distintas maneras de crear una obra artística. Dentro de todo el universo cinematográfico existen distintas maneras de crear una película. Uno de los aspectos más significativos de cualquier disciplina artística es su versatilidad, que permite a cualquier autor moverse por terrenos de gran envergadura. Ante estas premisas nos bombardeamos a nosotros mismos con diversas cuestiones:

¿Se puede crear una buena película utilizando un plano secuencia? Claro, véase La Soga (Rope, Alfred Hitchcock, 1948). También el director mexicano Iñárritu, muy presente en la actualidad, nos obsequió hace un par de años con Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia) (2014) que utiliza un falso plano secuencia.

Huella

¿Se puede crear una buena película utilizando la cámara en primera persona? También, esta idea linda en muchas ocasiones con el género del terror. Rec (Jaume Belagueró y Paco Plaza, 2007) o Paranormal Activity (Oren Peli, 2007) son dos ejemplos que no considero joyas imprescindibles pero que guardan algunos matices interesantes, y con Enter the Void (2009) el excéntrico Gaspar Noé sobrecoge al espectador con un alucinante viaje de ultratumba.

Y, entre otras miles de estas preguntas, hay una a la que se responde fácil, certera y positivamente con La Huella  y esa pregunta es:

¿Existen películas que se consideren verdaderas obras maestras del cine con un mínimo presupuesto?

Y no acaba ahí. Sleuth La Huella– no es solo una gran película realizada con un bajo presupuesto. Tampoco se sirve de múltiples decorados ni escenografías ni tampoco se apoya en efectos visuales. Uno de los aspectos más sorprendentes de la película, también relacionado con estos antecedentes de la crítica, lo mencionaré más adelante no sin antes avisar de contenido con SPOILERS para quien aún no haya tenido la oportunidad de visualizarla.

Huella

Había leído varias alabanzas sobre este film antes de disponerme a verlo por primera vez. Claro, uno no puede hacer un caso acérrimo a todas estas recomendaciones pues para gustos los colores como se suele decir. Decidí darle la oportunidad al ver entre sus actores principales a Michael Caine y a Laurence Olivier – dos pesos pesados de esa gran plantilla de actores británicos –, y con Joseph L. Mankiewicz (1909-1993) en la dirección. Además Anthony Shaffer (1926-2001), el creador de esta obra teatral llevada a la gran pantalla, debutaba como guionista. La carrera de Mankiewicz no deja indiferente a ningún cinéfilo: El castillo de Dragonwyck (1946) es el comienzo de una extensa carrera que seguirá el director pensilvano. Destacaría de su trayectoria Carta a tres Esposas en donde colocó a Kirk Douglas como protagonista de este drama matrimonial, Eva al Desnudo (1950) obra cumbre del teatro clásico de Brodway a la que se obsequió con 6 oscars –entre otros premios-, Julio Cesar (1953) como su iniciación en el espectáculo histórico con un excelso Marlon Brando, la controvertida Cleopatra (1963) que fue la película de mayor presupuesto hasta el momento colocando en números rojos a la Fox -además de cargar con diversos problemas de dirección, relaciones entre los actores… – y, para despedirse por lo más alto, La Huella , su último film. Cabe añadir que Mankiewicz no fue el único de la familia en aportar grandes monumentos a la historia del séptimo arte, su hermano Herman trabajó codo a codo junto a nada menos que Orson Welles (1915-1985) en la escritura del guion de la aclamadísima Ciudadano Kane (1941).

La Huella

Soy recurrente en hacerme preguntas a mí mismo -como decía a la cabeza del artículo- cuando estoy disfrutando –o aburriéndome en algunos casos- con alguna actividad artística, ya sea una película, un libro, una pieza musical, un videojuego… Imagino que no soy el único cinéfilo que se ha preguntado «¿qué es lo más importante en una película?» Una cuestión compleja y ambigua puesto que un film baraja una gran cantidad de elementos. Pero sí que es cierto que, desde mi más modesta opinión, lo que yo veo más a destacar es la historia, el «qué es lo que nos cuenta ese producto’’, sin dejar de lado ni muy atrás el resto de factores, obviamente –banda sonora, fotografía, reparto, interpretaciones…-. Y creo que más de uno coincidirá conmigo por la más sencilla razón de que resulta difícil emocionarse al completo con una obra que, aun gozando de una excelente banda sonora o una fotografía muy cuidada y minuciosa, tenga una historia aburrida, sosa, soporífera.

La Huella me pareció todo lo contrario de aburrido. Es uno de los guiones más ingeniosos, brillantes e inteligentes que he tenido la oportunidad de ver. El planteamiento resulta sobrio: Milo Tindle (Michael Caine) es el propietario italiano de una cadena peluquerías. Andrew Wyle (Laurence Olivier) es un prestigioso pero maniático escritor británico de novelas policiacas. El conflicto se crea entre estas dos figuras debido a que el Milo es el amante de Marguerite, la mujer del novelista anglosajón. Ambos astutos personajes presentan un conflicto que gira en torno a la tensa relación que se produce entre dos hombres que discuten por una mujer. Las trampas, por supuesto, cobran un sólido protagonismo en este vaivén que se convierte en una alegoría del clásico juego del gato y el ratón.

Presenciar en la pantalla una pelea de golpes resulta impactante, la conmoción es mucho más aguda si contemplamos un frente bélico. Sin embargo la batalla del diálogo resulta sofisticada, entretenida y sutil, tres de los adjetivos con los que podría caracterizar a ese retahíla de palabras que se disparan Milo y Andrew desde el primer minuto hasta el último de la narración. Siempre desde la educación, con buenas formas, pero con la lengua muy afilada. Y añade a este embrollo una rivalidad de clases sociales, sí, La huella pone en el tablero a Milo (Un pequeño empresario) frente a Andrew (Un famoso y adinerado escritor). Si eres de los que se divierten con este tipo de marco narrativo y con el humor ácido dale una oportunidad a esta pequeña pero gran obra.

A partir de ahora abstenerse de seguir leyendo los que no hayan visto todavía La Huella porque vienen unos cuantos SPOILERS:

Dos de las grandes virtudes de esta película no puedo incluirlas al recomendarla a gente que desconozca La Huella , puesto que sería una burda forma de arruinar el primer visionado.

La primera es el entorno: Toda la película se desarrolla en una sola mansión y no hace falta nada más. Es algo que no resulta una gran exclusividad, pero sí es cierto que me sigue sorprendiendo, en mayor o menor medida, presenciar un film que transcurra en un solo lugar.

12 Hombres sin Piedad (Sidney Lumet, 1957), una de las mejores películas que he visto, utiliza la misma fórmula rodando solo en el interior de una sala de un jurado popular. Más recientes citaría The man from Earth (Richard Schenkman, 2007) o Coherence (James Ward Byrkit, 2013) entre otros muchos títulos. Son claros ejemplos de que no es necesario recurrir a la épica Hollywoodiense cargada de vastas escenografías y de efectos especiales para crear un buen producto cinematográfico.

La segunda es la plantilla de actores: Solo 2. Buscas a un par de elocuentes y eficaces actores como lo son Michael Caine y Laurence Olivier, los colocas al frente de un carismático personaje, un buen guion y el resultado es La Huella. La trampa de Milo encarnando al perspicaz Inspector Doppler no deja indiferente a nadie que muerda el anzuelo. ¡Sorpresa! Cuando pensábamos que un nuevo personaje entraba en juego nos damos de morros contra la pared y el uno contra uno se mantiene. Sin duda uno de los puntos fuertes de la obra.

La Huella

La banda sonora cobra vida a la mano de John Addison. La armonía mantiene un aire jocoso que acentúa su humor anglosajón, con melodías que varían entre este punto y el suspense dependiendo de la situación.

Y como último recurso predominante de la narración destacaría ese hachazo de la clase media/baja hacia la burguesía. Desde hace tiempo ya es sabido que no es más astuto el que más tiene o mejor posición social representa y La Huella nos relata esta realidad a modo de venganza poética. Ya se lo deja bastante claro Milo a Andrew: «Mi padre solo jugó a perder, y su padre, y el padre de su padre… Y perdieron para que ganaran los hombres como usted. Pero eso se acabó. Conmigo, los Tindle empiezan a ganar. Y otros empiezan a perder. Usted, por ejemplo.» Sabias y directas palabras que lanza el peluquero al escritor.

Ingenio, adivinanzas, venganza, incertidumbre, sorpresa, humor, dialéctica… Poco más hay que añadir sobre esta joya cinematográfica. ¿Alguien necesita más para mantenerse más de dos horas enganchado a la pantalla? Con todo este trabajo tan redondo, a mí me es más que suficiente.

 

Andrew: -¿Ya no se acuerda de que todo era un condenado juego?

Doppler: -Condenado, eso es señor.

Exacto. Un condenado juego.

 

Lo mejor: El inteligente guion junto a sus diálogos.

Lo peor: El final podría haber dado para más.